Desde hace poco en algunos
medios de las distintas ciudades de Colombia, se vienen publicando varias noticias
sobre jóvenes barristas o hinchas de diferentes equipos de fútbol que existen
en el país, pero ¿Por qué siempre aparecen en las páginas judiciales? ¿Es que
acaso ésta es una profesión peligrosa? Primero que todo, no sé por qué a un ser
humano lo pueden encasillar dentro de algo que no existe como una profesión, al
parecer es un acto de alma, porque no tienen salario, no tienen ningún vínculo
a la salud, incluso los horarios son flexibles y si se quiere no se va laburar, otro aspecto relevante es que se
debe ser joven, inmaduro y violento, y se me olvidaba algo fundamental, como
método motivacional de estas empresas, se debe escuchar: “Dos minutos”, “Ataque
77”, o esas cumbias Argentinas que no sé a qué hora llegaron a Colombia con tal
ímpetu, donde sólo se mencionan canchas, viajes y equipos, en fin…, mera
sicología barata.
El asunto acá, es cuestionar
la educación, las verdaderas ofertas laborales, y la fuerza pública (aunque
esta última sería menos necesaria si se le prestara más atención a la primera).
El joven de 15 años sale a la esquina y no sabe qué hacer, no tiene un
propósito aún, para trabajar todavía está muy tierno, y la alcaldía de su
localidad no tiene programas que ofrecer, simplemente gusta del fútbol. Todo comienza
cuando se va por primera vez al estadio, es cierto, el mejor carnaval futbolístico
se vive en las tribunas norte y sur, lo
que no comparto y mucho menos entiendo es por qué agredir a otro ser humano por
un color distinto de camisa, (eso en los años 50s por cuestiones políticas, fue
el diario vivir, pero se debe tener en cuenta que el grado de escolaridad era
nefasto) es una violencia sin argumentos, se llenan de ira cuando ven a un
rival, uno podría pensar que es por regionalismo, pero cuando se pasan por la
calles de cualquier ciudad se encontraran siglas de las distintas “bandas” como
ellos las llaman rayadas en las paredes, o roban dinero a los ciudadanos para
ir al estadio, y queda la pregunta: ¿qué tipo de regionalismo es ese si ni
siquiera cuidan la ciudad en la que viven? Y quedan miles de inquietudes sin respuestas
claras alrededor de esta nueva profesión.
Considero que aunque mucho
de esta obligación educativa recae en la escuela, también debemos comprender
que este problema debe tratarse igualmente desde el hogar, sino continuaremos
viendo más jóvenes muertos en las prensas locales y en los noticieros
televisivos, porque ellos no comprenden, no saben, están emocionados y llenos
de energías para hacer respetar a sus equipos. Esto ya no es un problema que se
soluciona con campañas policiales a los dirigentes de las barras, esto debe
venir desde la academia y el hogar y desde los mass medias, si es que el
gobierno realmente quiere la paz. El barrista o hincha no es una profesión. El ser
humano debe hacer algo, en todos los años de su humanidad no ha podido quedarse
quieto un solo instante, estos jóvenes simplemente no supieron que más hacer
con sus vidas y se volvieron “Hinchas o Barristas”.