Los recuerdos estancados como souvenires me abstraen del presente y me contagian una nostalgia de ese tiempo ya vivido, detonando los momentos hostiles y felices que cotidianamente nos deben suceder. A veces el presente es incomprensible, sin embargo lo asumimos con optimismo, y no es una cuestión de señalamiento ni intentar evidenciar las injusticias de la vida, porque como ya todo se argumenta, y todos nuestros actos caben dentro de la normalidad.
Sin ánimo de sonar
conservador ─porque realmente no lo soy─
creo que en estos tiempos estamos siendo severos, existen casos macabros; no es
necesario ligarnos a ideales posmodernos porque inconscientemente
entendemos que hay actos malos y buenos. Para mí, matar es un hecho perverso
aunque debo decir ─contrariando lo anterior─ que algunos lo merecen o
merecemos, quién sabe, en ocasiones hacemos daño sin darnos cuenta, lo digo así
escuetamente para no entrar a indagar algunos dirigentes de mi país, siendo
también claro que ellos del todo no son los únicos culpables de nuestra
situación actual.
Para nadie es un secreto que
Colombia viene siendo ordenada por los mismos entes desde hace 50 años, sólo
cambian los rostros para no ser tan evidentes, (y cuando por “errores de la
democracia” aparece un heredero de otra estirpe, es necesario buscarle sus
malos actos y derrocar su poder) pese a ello, continuamos con la misma
educación y con la misma economía, pero con muchas más personas, por ello la
evidencia sobrepoblacional de las cárceles, no es un simple hecho social o una
manifestación de la pobreza o un mal negocio hecho entre avaros empresarios
faltos de ética. ¡No! La cuestión va mucho más allá.
Para no escatimar en una
especulación banal, creo que la solución es la educación, pero una educación
consiente, con una formación integra de un sujeto competente para la sociedad,
sin importar la profesión, y no quedarnos apoyando la educación como un negocio
que con el tiempo comprenderemos no es del todo rentable, sin caer en la
desgracia de apuntalar entidades de formación de mano de obra barata y lacaya.
Es que todo se comercializó: la salud, la educación, los recursos naturales,
los placeres… ¡Todo! Y eso que estoy completamente de acuerdo con la oferta y
demanda de servicios, y después de un tiempo comenzamos a creer que la solución
económica a nuestros problemas existenciales sería la educación, y no sólo
nosotros los esperanzados vimos esa luz, sino también las universidades,
entonces existen programas “por do quier”, de baja, media y alta calidad, eso
no importa, el problema es que como la salida al mundo es hacerse profesional,
y todos deseamos serlo para llevar a cabo las palabras de fortaleza que
constantemente nos proyectaron: “ser alguien en la vida”, “salir adelante”,
“estudie que eso nadie se lo quita”, en fin…, existen o existimos, no sé,
centenares de profesionales, unos más mediocres que otros, porque para sorpresa
de algunos, a las universidades sólo les interesa sacar personas y programas
profesionales sin fijarse en la calidad, y cada vez más veremos necesariamente
profesionales desempleados o trabajando en otros quehaceres o regalando su
tiempo por bajo salario (porque es importante hacer hoja de vida) y lo más
paradójico es que continuamos en la misma situación y aspiramos a una maestría
con la esperanza de que así, sí podremos lograr un buen empleo, en un país que
desgraciadamente, aunque lo amemos, no tiene como abastecer un mercado de
profesionales como el que ahora existe.
(¡Ahh! Lo siento el problema
es a nivel mundial).