Desde siempre, se ha
intentado presentar un patrón social, que establezca nuestras actos
comportamentales, hecho que evidentemente subleva, rechaza o excluye, los
individuos que subvierten este esquema planteado y que obedece más a los modelos
establecidos socialmente que a las conductas humanas y corporales. Los actos
sexuales (especialmente), están reglados y limitados a las posturas familiares,
sociales, políticas, incluso económicas y tristemente están regidas por la ley
hegemónica heteronormativa.
El escritor brasileño,
Julio Cesar Monteiro Martins, plantea una interesante reflexión en el cuento “Ruiva”,
acerca de los actos subversivos en un contexto bastante coloquial, pero que a veces
parece que no estuviera considerado dentro de nuestro vivir, sin embargo, es
muy interesante ver que a pesar de ello, también estos actos subversivos
terminan estando controlados, como bien lo plantea Judith Butler en el tercer
capítulo del libro “el género en disputa”.
El cuento Ruiva,
inicia narrando la historia de Juarez Moreira, un relojero mineiro[1]
que desea viajar a San Paulo para cambiar de vida, y ser allí un travesti con más
derechos y libertades que las que podía tener en su pequeña ciudad, Montes
Claros. Pero la situación no fue así de simple, porque en el transcurso de la
historia, vamos identificando que dentro de aquel mundo travesti también hay
unos parámetros de comportamiento con los que él no contaba. Juarez se comenzó
a llamar Gina, mudo sus ropas, tiro sus pelos corporales de hombre, y se
maquillo como una hermosa mujer según él creía, y emprendió su viaje. Aquí es
muy interesante analizar que los cambios de género vienen cargados con un cambio
completo de vida, este personaje decidió asumirlo, incluso su nuevo renacer no
podría ser en la misma ciudad, sino que debía empezar de cero en un lugar donde
nadie conociera su pasado masculino, siendo pertinente mencionar en este
momento el planteamiento de Butler, que para cada individuo subvertir una
posición, establecida y normada dentro de lo social, debe existir una ley a ser
trasgredida.
Después de su llegada
a San Paulo, ella (Gina), se organiza para salir a conocer la ciudad y quizá
buscar un amor fortuito, pero paradójicamente los pasos femeninos que daba, no
estaban bien direccionados, se encuentra entonces con un policía que la desplaza
hacía la calle donde están todos los travestis, es aquí un buen momento para
ver que existen límites, fronteras invisibles que no sólo diferencian nuestras
clases sociales sino también nuestra sexualidad, como si hubiese un lugar correcto
para cada persona dependiendo de sus gustos y condiciones. Butler explica que
cada cuerpo salido de la concepción heterosexual aceptada, es posicionado en
espacios determinados porque no entran dentro de los patrones normales, “cuando
la desarticulación y la desagregación del campo de cuerpos alteran la ficción
reguladora de la coherencia heterosexual, parece que el modelo expresivo pierde
su fuerza descriptiva” (Butler, 2007: 266), quedando bien explicado en el
cuento, que estos seres “diferentes”, tienen un lugar específico a ocupar.
Estas son las palabras que el policía le dice a Gina: “Tá fazendo o que, aqui? Não sabe que não pode ficar parada na
calçada? Vamos circular... Vamos circular... Ah, e
lugar de travesti é lá na Regó Freitas. Aqui é outro nível, entendeu? Agora
some da minha vista” (Martins: 2007:246). La subversión corporal y performática de la
sexualidad propuesta por Butler, es de suma importancia aquí, pues ella
comprende que estos performans corporales, deben quebrar la ley política
normativa de los contextos sociales, en que se desarrollan nuestros días
cotidianos. “El hecho de que el cuerpo con género sea performativo
muestra que no tiene una posición ontológica distinta de los diversos actos que
conforman su realidad” (Butler, 2007: 266). La noche para Gina avanza entre los
sucesos cotidianos y su disfrazada felicidad de una nueva vida. Ella consigue
cortejar un hombre de aspecto chino, que andaba en un Fusca. La escena es muy
particular, porque ella se esforzaba por cubrir su pene, para que él no
descubriera su género biológico, lo que ella no imaginaba, es que él le habló
porque gustaba de los travestis, ella no pidió ni un sólo centavo por sexo con
él, simplemente, disfruto de su compañía.
Después de aquel suceso, Gina se encuentra con Denise, y hay un momento
revelador en la obra, esta mujer, explica para Gina todos los comportamientos, lugares
y cosas que deben hacer para generar dinero como travestis. Denise le hace un
pequeño tour por los lugares que se les tiene permitido trabajar, y en el transcurso
de ello, va explicando cómo operan lo pequeños grupos, que muchas veces no son
de travestis. Esta parte del cuento es bastante significativa, pues se expone,
la desagradable idea de que si se actúa fuera de los esquemas sociales se debe
vivir también fuera de ellos, es relevante traer a colación la subversión de
Butler, porque los actos performativos que rompen con la hegemonía, son efectos
que trasgreden lo social, sucesos naturales que explican el interior mismo de
un cuerpo sexuado que expone sus intenciones físicas.
Finalmente, quisiera expresar que los conceptos de subversión y de
parodia que plantea Butler, encajan bien en el cuento, porque a pesar de su
revolución, Gina al final de la noche termina siendo de nuevo Juarez, además la
narración intenta exponer que si se es travesti debe prostituirse, mientras que
la idea de Gina no era esa, sino simplemente disfrutar un poco de la noche como
lo puede hacer cualquier ser humano, pero ella fue excluida de aquel grupo
travesti por practicar sexo sin cobrar, por ello, su rebelión continua normada
por la sociedad. Este episodio serviría para Butler sustentar su teoría de
parodia, pues ella bien explica que si nuestra formación sexual es una
construcción, el ser gay, lesbiana, transexual u otro; pertenecería a una copia
de la copia, algo así como una formación sin su original, tanto que dentro de
los grupos subversivos que intentan quebrar esa ley hegemónica, también existen
unos parámetros de comportamiento, y aunque para Butler nuestra sexualidad sea
una construcción social, al no encajar en esos conceptos construidos,
estaríamos subvirtiendo y parodiando normas de algo que a la final es natural.
[1] Mineiro:
hace referencia al regionalismo de las personas que habitan en el estado de
Minas Gerais en Brasil.
Bibliografía.
- BUTLER, Judith. El género en disputa. Paidós: Barcelona (España) 2007.
- MARTINS, Júlio César Monteiro. Ruiva. In:
RUFFATO, Luiz. (Org.). Entre nós. Rio de Janeiro: Língua Geral, 2007.