“Quien lee
deja de vivir. Haced ahora por hacerlo.
Dejad de
vivir, y leed ¿Qué es la vida?”.
Fernando Pessoa.
Para nadie es un secreto que nuestro país, un lugar inédito
de tercer mundo, necesita educación. Yo he sido un defensor de que las
humanidades en el aula deben estar siempre presentes. Si nos detenemos a mirar objetivamente, en la
gran mayoría de la delincuencia es notorio el conocimiento matemático y hasta
podemos evidenciar que saben hablar y escribir correctamente, es en este orden
de ideas, que no sólo basta con los conocimientos estructurales de las ciencias
exactas, ni llenar todos los rincones del cerebro con información que poco
podrían usar en un futuro, sino que la educación puede formar también espíritus
alegres y conmovidos para una buena sociedad.
“Puede haber alguien que a estas
alturas insista en que la cuestión sigue sin ser tan grave. Entonces viene el
gran remate: se le dice al estudiante que el español (es decir, la lectura) es
menos importante que las matemáticas o que la química, etc. Como si existiera
un campo del conocimiento más importante que otro. Inclusive se llega hasta el
extremo de despreciar la lectura de obras literarias, sacrificándolas por lo
que algunos llaman la “verdadera” lectura: la de temas de ciencia, historia o
matemáticas”
“Las siete muertes del lector”. Ángel Galeano.
Mencionar ahora el desempeño de la literatura en el aula de
clase, es evidenciar secularmente un compromiso con el arte, las humanidades,
los deseos, la imaginación y los pensamientos de sus participes.
En primera instancia se debe decir que la enseñanza de la
literatura es evidentemente dificultosa porque ya no hay amores por la lectura,
entendiendo así que el gran compromiso literario quedó relegado a la
televisión. La literatura debe encargarse de sacar a flote los sentimientos
internos de cada individuo, cuestionarlos por su vida y el entorno, algo así
como el sicólogo personal de la mesita de noche.
El proyecto grande del maestro en el aula es crear la
necesidad de la lectura y el goce literario, ¿Qué recomendar? ¿Qué leer? El
enfoque debería ser personal para cada estudiante, pero si esta libertad se
presenta, lo primero que se dirá de parte de aquellos jóvenes educandos son obras como: el principito, el viejo y el
mar, Juan Salvador gaviota, que por otro lado no son malas, sólo que ellos las auto-recomiendan
porque son el libro que vienen leyendo desde la escuela, es decir, ya saben completamente
el argumento o sino son de los referentes que más se encuentran información en
la web.
Ahora mencioné la televisión. El argumento que se maneja
allí, no es más que el ámbito urbano, los diálogos son simples y poco profundos,
pero si vemos detalladamente, es a lo que ellos prestan atención, entonces por
qué no intentarlo con novelas policiacas, novelas donde la muerte este
presente, en otras palabras yo creería que un buen consejo para los jóvenes
lectores es la novela negra. Debo detenerme y enfatizar que este recurso debe
aplicar para educandos con edades entrantes en la adolescencia. Con los más
pequeños se puede realizar trabajos estratégicos con cuentos de los hermanos
Grimm, Hans Christian Andersen, entre otros que tienen gran acogida y que dejan
mensajes resaltables para la vida de los aprendices.
Se habla de humanidades, literatura y arte, pero ¿Qué es
esto? serán complementos o simplemente se mencionaran juntos porque coinciden
en algo, la verdad yo considero la literatura como una de las más grandes
expresiones artísticas, y lo bello del arte es que se compenetra con la
humanidad, ocupando un rincón amplio en
el desarrollo de la misma, las humanidades por lo tanto en un sentido amplio
pretende desarrollar emocional e íntegramente a un individuo, es por ello que
resalto la enseñanza de la literatura en el aula, para fomentar los deseos y
como decía el gran poeta Gonzalo Arango en su manifiesto nadaista “hay que consumar la
muerte del humanismo, en esa región del espíritu donde el hombre está muerto…
en sus ilusiones”.
El escritor Ángel Galeano en el texto las siete muertes del
lector dice de manera concreta: “No importa la
condición social, sexo, raza o edad, el lector es hoy un héroe moderno que nada
contra la corriente. Es una especie de lisiado que batalla para calmar otras
hambres: las del espíritu” encontramos en diferentes autores una misma idea y
es la de exacerbar internamente al lector, es decir, ubicarlo dentro del mundo
fantástico de la literatura y tocar sus más profundos pensamientos, emociones e
ilusiones. Además, leer es un acto peligroso, es dejar entrar a un desconocido
en nuestro corazón.
En la obra el barón rampante de Italo Calvino,
uno de los más desaforados delincuentes de la provincia cambia; (a raíz de unas
lecturas que Cosimo el protagonista de la novela le recomienda) aquel sujeto ya
no desea ni siquiera robar, las peleas le incomodan, todo su mundo interno se
revuelve y las lecturas lo sensibilizan y lo vuelven un hombre pacífico sin
importar que por ello muera, todo su tiempo deseaba emplearlo en la lectura.
Con un buen acercamiento literario vamos a formar
personas que no sólo piensen
en una vida aparente, sin cuidado, donde lo único que puede tener valor es el
dinero y el poder, y más en estos tiempos de crisis moderna, donde nuestros
cuerpos están completando un engranaje jocoso al que intentamos aludir dándonos
algunos lujos a veces incipientes.
Para terminar, deseo agregar que no me interesa en lo más
mínimo, menospreciar las demás materias de un currículo escolar y que para
formar personas sólo se debe enseñar literatura y arte para fortalecer el
humanismo, ¡No! yo quiero expresar que la importancia de la literatura (el
arte) radica en recrear sentimientos y emociones. Ser más humanos.
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