Tenemos la concepción de ver la
soledad como un aspecto negativo, tanto que en nuestros momentos de angustia
deseamos estar solos. Lo paradójico de la vida es que los instantes más
emotivos los obtenemos en compañía, sin embargo los períodos más sobresalientes
en inspiración, en trabajo, los poseemos en la soledad.
Es así que encontrarle un acto
negativo a la existencia es un error, porque mirando retrospectivamente nuestra
formación, grandes consejos y enseñanzas son adquiridos de los intentos
fallidos.
La soledad es un refugio
existencial de negación a la realidad, al mundo; le tememos tanto como a la
muerte, y brindamos amor esperando inconscientemente una aceptación, una
posición placentera para con otro.
Constantemente buscamos aceptación,
y si entendemos la soledad como la negación de mi entorno, debo suplir la
necesidad, conmigo mismo, es por ello que en esos instantes de soledad recaemos
en hábitos insulsos que luego serán vicios. La manifestación adolescente con
los cannabinoides son una revolución interna de la existencia, un estado
incomprensible, que si no les da un punto de referencia en el mundo, los deja
evadir la realidad, o seguimos las modas (marcas, peinados, palabras, etc.)
para hacer una vida más soportable, llevándonos maquinalmente a una patología
de la normalidad.
La soledad es un acto
evidentemente humano, y el hombre es un ser gregario. Aparecen a nuestro
alrededor, el poder, la gloria, el éxito, como argumentos contestatarios al
fracaso, porque bien se tiene entendido que en el fango no hay misericordia, y
a lo largo todo el trajín sobre el fracaso, todo lo que realizamos es en busca
de un posicionamiento en el cosmos, porque involuntariamente tenemos miedo a no
ser aceptados, miedo a la soledad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario