sábado, 2 de mayo de 2020

LA HISTORIA DE UNA TARDE - Epifanio Mejía



Vídeo en YouTube aquí.

LA HISTORIA DE UNA TARDE

Como viven ocultas y olvidadas
Las violetas que siembra el jardinero.
Así voy á sembrar en estas hojas
Las tristísimas flores de un recuerdo.

Como nace la yedra solitaria
Entre el ramaje de un arbusto tierno,
Así voy á dejarte, amiga mía,
La flor de mi amistad en tu álbum bello.

La dulce primavera ofrece flores,
Las flores dan su perfumado aliento;
y yo que soy como el ciprés del campo
Sólo unas ramas de dolor te ofrezco.

Tú sabes que mi lira está enlutada,
Que muda y triste la arrojé al silencio...
Que si hoy la pulso para darte un canto,
Tristes serán sus destemplados ecos

Es que mi patria se lamenta y gime,
Como una niña en su prisión de hierro
Y sin llorar por mi querida Antioquia
Ay! yo no puedo levantar mi acento.

Oye Dolores... De una negra historia
Yo voy temblando á descorrer el velo,
Que de la escena que pasó en mi patria
En la historia jamás se vio otro ejemplo.

Era de tarde… en la mitad de un claustro
Postradas de rodillas en el suelo,
Oraban unas monjas solitarias,
Ante la imagen del Autor Supremo.

Rodaban por sus cándidas mejillas
Gruesas lágrimas, frías como el hielo…
Y pálidas... convulsas... y temblando
Todas alzaban al Creador su ruego.

De repente, los golpes de un martillo
Sonaron en las puertas del convento...
Era que el vicio á destruir venía
De la virtud el sacrosanto templo!

Las sardónicas risas del impío,
El hierro que chocaba contra el hierro,
La algazara… el sarcasmo... la blasfemia
Semejaban Ios ecos del infierno.

Al fin los goznes de las viejas puertas
Al impulso del bárbaro cayeron,
Y las tablas al golpe del martillo
Rodaron en pedazos por el suelo.

Cual aves de rapiña que se lanzan
Sobre nido de alondras, indefenso,
Y que se gozan al coger la presa
En el piio que exhalan los polluelos.

Lánzase así la soldadesca impura
Sobre el sacro recinto del convento,
Y se gozó con el lamento triste
Que daban esas vírgenes del Cielo.

Cual manada de tímidas gacelas
Que lleva el cazador entre sus perros,
Desfilaron temblando, unas tras otras,
Las palomas del Santo Monasterio.

Ay! les robaron su quietud, su calma!
Las arrancaron de su virgen lecho!
Y no contentos con robar su dicha
Hasta su tumba les robaron luégo!

Tal es, Dolores, la terrible historia
Que hoy registramos en mi patrio suelo,
Y ella es apenas el primer preludio
De la tormenta que nos guarda el tiempo.

MEJÍA, Epifanio. Poesías de Epifanio Mejía. Tipografía Central: Medellín (Colombia), 1902.

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