lunes, 14 de enero de 2013

EL MIEDO A LA SOLEDAD.


Tenemos la concepción de ver la soledad como un aspecto negativo, tanto que en nuestros momentos de angustia deseamos estar solos. Lo paradójico de la vida es que los instantes más emotivos los obtenemos en compañía, sin embargo los períodos más sobresalientes en inspiración, en trabajo, los poseemos en la soledad.
Es así que encontrarle un acto negativo a la existencia es un error, porque mirando retrospectivamente nuestra formación, grandes consejos y enseñanzas son adquiridos de los intentos fallidos.

La soledad es un refugio existencial de negación a la realidad, al mundo; le tememos tanto como a la muerte, y brindamos amor esperando inconscientemente una aceptación, una posición placentera para con otro.

Constantemente buscamos aceptación, y si entendemos la soledad como la negación de mi entorno, debo suplir la necesidad, conmigo mismo, es por ello que en esos instantes de soledad recaemos en hábitos insulsos que luego serán vicios. La manifestación adolescente con los cannabinoides son una revolución interna de la existencia, un estado incomprensible, que si no les da un punto de referencia en el mundo, los deja evadir la realidad, o seguimos las modas (marcas, peinados, palabras, etc.) para hacer una vida más soportable, llevándonos maquinalmente a una patología de la normalidad.

La soledad es un acto evidentemente humano, y el hombre es un ser gregario. Aparecen a nuestro alrededor, el poder, la gloria, el éxito, como argumentos contestatarios al fracaso, porque bien se tiene entendido que en el fango no hay misericordia, y a lo largo todo el trajín sobre el fracaso, todo lo que realizamos es en busca de un posicionamiento en el cosmos, porque involuntariamente tenemos miedo a no ser aceptados, miedo a la soledad.