sábado, 1 de abril de 2017

Las raíces perdidas.

Vinieron. Ellos tenían la biblia y nosotros teníamos la tierra.
Y nos dijeron: “Cierren los ojos y recen”.
Y cuando abrimos los ojos, ellos tenían la tierra
y nosotros teníamos la biblia.

Eduardo Galeano.


Es pertinente señalar que somos socialmente humanos, animales con razón que tenemos en nuestras caparazones diferentes aspectos, colores, lenguas y quizá hasta costumbres, pero ¿hasta qué punto somos únicos? O sencillamente ¿hasta qué punto somos diferentes? Para nadie es un secreto que América es el nuevo continente. Dice la historia que después de la conquista de Colón, hoy día somos un poco más parecido a los europeos y un poco más distantes a nuestros aborígenes, no importa, el mundo avanza y nosotros también, sin embargo, entendemos que desde esta etapa bárbara, somos un poco de los unos y de los otros.
Encontrar entonces una aproximación exacta a nuestra cultura en el continente americano, es un tarea un poco provocadora, pues somos una mezcla deambulante tanto de costumbres como de razas. Somos un pueblo mestizo. Podríamos comenzar diciendo que el continente Americano tiene dos divisiones: América Latina y América del Norte, siendo la última, especialmente los estadounidenses, quienes se lleven el nombre de nuestro continente y los demás seamos llamados por el nombre de nuestros Países o sencillamente latinos, relacionando siempre a ‘América’ con los Estados Unidos. Zilá Bernd en “Americanidade e americanizaçao” realiza una buena definición entre americano, americanizado y americanización:
“Americano” é una naçao imprecisa, relativa em geral à América do Norte, en especial años Estados Unidos; em uma segunda acepçao, americano figura como relativo à América ou a qualquer país deste continente. Enquanto, “americanizado” é referente à semelhança com os americanos dos Estado Unidos e “Americanizaçao” é o efeito de americanizar-se, de querer tornar-se semelhante aos cidadãos que viven nos Estados Unidos da América por admiraçao ao seu modo de vida. (Bernd, 2005:15).
Nos hallamos entonces, frente a una hibridación cultural amplia, que inició después de la colonización y que hasta hoy día continua, es así que somos pueblos mestizos, mezclados constantemente, sin embrago, inconscientemente y por mucho que pretendamos la americanización, conservamos nuestras propias raíces, nuestras propias costumbres que aunque un poco mezcladas, no podemos prescindir, así como lo manifiesta Silvia Carrizo en su texto “mestiçagem”, citando a Silvio Romero: “Conectado a este ideal, mesmo quando Romero ressalta  originalidade de un país mestiço na sua formação como sociedade, o autor não consegue, ainda, enxergar um espírito nacional definido: ‘A grande fusão não está completa, e é por isso que ainda não temos um espírito, um caráter inteiramente original’” (Carrizo, 2005: 269).
Aclaremos pues, que el mestizaje, es la unión de varias culturas, formando así nuevas etnias que contienen las tendencias fisiológicas y culturales de las que se juntan, por ello, podemos afirmar que el mestizaje en américa fue tan amplio, pues no sólo los españoles, portugueses, ingleses, franceses y negros esclavizados llegaron a poblar, sino que a su llegada nosotros ya contábamos con nuestras propias creencias, situaciones y estilos de vida. El ambiente se complica cuando encontramos que a pesar de la formación cultural que asumimos en este proceso de colonización, hallamos que por ejemplo América del Norte está más desarrollada como sociedad y como mundo, y lo más paradójico, es que controlan paradigmas de vida que deseamos asumir.
El mestizaje continua como una situación de constancia, ahora todos somos una mezcla, hablar de brasileños, chilenos, colombianos, nicaragüenses, cubanos o estadounidenses, es sólo mencionar la población a la que pertenecemos, ya que si conservamos facciones europeas, apellidos o lenguas, en el interior cargamos con la sangre de nuestros aborígenes y sus costumbres.
La situación no fue fácil para ninguno de los pueblos indígenas, en todos los países de América se dio un fuerte contexto de resistencia, además, debemos dejar claro que nuestro proceso de mestizaje fue muy amplio y sufrido, porque a América llegaron hombres de todas las clases sociales, desde esclavos, hasta algunos intelectuales que deseaban documentar el nuevo terreno. Todo esto causó más desolación y pánico para nuestros aborígenes, sin embargo así se dio, y hoy día somos productos de eso. La hibridación cultural trajo consigo la creencia de un Dios, una nueva lengua y una nueva raza que comenzaba a mezclarse.
A pesar de los esfuerzos y la movilización por una América unida, es evidente que Estados Unidos subyuga los demás países del continente y comanda el timón, aunque también es indudablemente un país mestizo, sus razas, etnias y costumbres son más europeas, quizá por esta razón son nuestro referente utópico, y nuestras verdaderas raíces están quedando en el olvido.
El mestizaje es un proceso vigente, la mezcla racial y cultural no tiene fronteras ni nación, ahora somos tan americanos como europeos, tan americanizados como indios, tan propios como comunes, sin embargo, deseamos conservar una americanización que nos es indiferente, sin importar que en el fondo, más allá de nuestro aspecto, cultura, raza o lengua, seamos seres humanos. Por esa razón Zilá Bernd antes de mencionar las desventajas y ventajas que puede tener la americanidad, ella manifiesta: “justifica-se o esforço por ser um conceito íntimamente associado às questões de identidade, podendo corresponder a um anseio de afirmação identitária mais abrangente, para além das nacionalidades, dos generos e das etnias, por tratar-se de um desafio de identificação continental” (Bernd, 2005:13).
Por esta razón, para los investigadores es muy difícil darle una sentencia explicita a sus estudios, pues es muy difícil enfrentarse a una cultura en movimiento, por eso nos ubicamos en un entre-lugar y no retornamos al pasado, vivimos el pasado en el presente.
“No renascimento colonialista está a origen de uma nova sociedade, mestiça, cuja principal característica é a reviravolta, que sofre a naçãode unidade e pureza, contaminada en favor de uma mistura sutil e complexa, que se da entre o elemento europeu e o autótone, associado à inflitração progressiva, efetuada pelo pensamento selvagem, que leva à abertura do único caminho possível para la descolonização”(Hanciau, 2005:127).
Pese a todo esto, a la gran influencia americana, a la gran genética de nuestros cuerpos aborígenes, a nuestra condición de latinos, sabemos que ahora somos un entre-lugar, un campo amplio de conversión donde convivimos todos, que de una u otra manera somos perfectamente influenciables por diferentes raíces y condiciones de vida, bien lo manifiesta Nubia Jaques Hanciau en “entre-lugar”: “Além de abarcar amplos dominios, as fronteiras muitas vezes são porosas, permeãveis, flexíveis. Deslocam-se ou são deslocadas” (Hanciau, 2005: 133).  
Para concluir, deseo concretar la idea de que somos animales con razón, sin importar la raza, lengua o religión, sin embrago la razón es nuestra salvación pero también nuestro karma, porque ella es la que divide y nos sumerge en diferentes contextos, no obstante sería un buen comienzo reconocer este lugar de confluencia, este lugar de conexión y de amparos globales, y mostrarse de acuerdo por fin, que aunque muy americanos ahora, no podemos negar las identidades locales.




Bibliografía.


  • FIGUEIREDO, Eurídice. (Org). Conceitos de literatura e cultura. Juiz de Fora: VFJF (Brasil) 2005. BERND, Zilá. Americanidade y Americanizaçao.
  •             FIGUEIREDO, Eurídice. (Org). Conceitos de literatura e cultura. Juiz de Fora: VFJF (Brasil) 2005. CARRIZO, Silvana. Mestiçagem.
  •             FIGUEIREDO, Eurídice. (Org). Conceitos de literatura e cultura. Juiz de Fora: VFJF (Brasil) 2005. HANCIAU, Nubia Jacques. Entre-lugar.

jueves, 2 de marzo de 2017

La posmodernidad y la aventura del arte en el capital.

Las expresiones artísticas evidencian de una u otra manera la cultura, manifestamos certeramente nuestras experiencias intimas que absorbemos de la sociedad que nos determina, incluso en ocasiones, nos somete, por ello, el arte en general, es tan contestatario como sumiso, sin embrago, las nuevas propuestas artísticas, conservan consigo un tono anarquista contra el sistema, paradójicamente al que también intentan ingresar.
Con esto en mente, me aventuraré a desafiar las aguas turbias[1] de la posmodernidad, esa época tan efímera pero tan determinante en nuestra concepción del arte actual y producción económica del mismo, es verdad que desafió muchos esquemas totalitarios en cuanto a las posturas intelectuales, comportamentales y teóricas, para proponerse como movimiento, adentrándonos a su perspicaz y consciente caos, dentro de un mundo capital que evidentemente tiene como Dios y juicio, la producción en masa, tanto económica como social.
Ahora bien, uno de los más grandes expositores sobre estos temas un tanto resbaladizos, es sin duda Jameson, quien deja en evidencia –quizá- desde una postura Marxista, la relación de producción cultural y capitalismo, y sin titubeo alguno, ese trance contestatario contra el modernismo tan culto y si se quiere clásico, mostrando de esta manera una época que se mueve en medio de avances tecnológicos como parte de un proceso de globalización, siendo pues, una forma de cosificación, que entra al mercado como una tendencia más de la moda, convirtiéndose por lo tanto en un evento de consumo rápido y para todas las esferas sociales, sin importar la comprensión de la obra, sino el consumo, de ahí que evidenciemos una contra-respuesta a la modernidad, donde el contenido en sí mismo tenía un contexto significativo y exponencial, mas no, meramente estético y artificial como comienza a presentarse en la posmodernidad.
La verdad, es que este adorno estético, donde ya todo asume una naturaleza artística en sí misma, debate un tema político fuerte e intrincado, en el cual se desenvuelve un proyecto controlado por los que tienen el poder (económico), y que la sociedad asume inocentemente porque son parte del proceso de nuestra evolución:
La fabulosa proliferación actual de los códigos sociales en las jergas profesionales y disciplinarias (y en las señas que afirman la adhesión étnica, de género, racial, religiosa y de grupos) es también un fenómeno político, y esto lo demuestra con creces el problema de la micropolítica. Si las ideas de una clase dirigente fueron una vez la ideología dominante (o hegemónica) de la sociedad burguesa, hoy los países capitalistas avanzados son un campo de heterogeneidad estilística y discursiva carente de norma. Líderes sin rostro siguen aplicando las estrategias económicas que constriñen nuestras existencias, pero ya no necesitan imponer su discurso (o son incapaces de hacerlo); y la cultura postliteraria del mundo tardocapitalista no sólo refleja la ausencia de todo gran proyecto colectivo, sino también el desvanecimiento del viejo lenguaje nacional. (Jameson, 1991: 9).
Aquí evidenciamos, no sólo una política de comportamiento y de control de masas, sino la apropiación de nuevas estructuras estéticas, que irán a componer las manifestaciones artísticas nuevas y dotarán significados universales dentro del medio que las consume, o sea, en la sociedad.
Con todo esto, evidenciamos que existe un cambio, por lo tanto la historia se sumerge causalmente dentro de los forasteros procesos creativos, si bien los románticos desearon plasmar lo absoluto dentro de su obra, e indagaban y deambulaban en los detalles más significativos para acrecentar su valor; los receptores de cierta manera debían tener un conocimiento perceptivo y complementar el contenido tanto espacial como temporalmente; todas estas envolturas quedaron en el limbo dentro del posmodernismo, perdían moderadamente su capacidad subversiva y elocuente para señalar los procesos políticos contingentes, y las propuestas quedaban relegadas especialmente a la economía de masas, siendo difícil evidenciar las tendencias políticas, si es que existen dentro de la propuesta artística, dejando la obra sujeta a una representación de los pasos comunes de la sociedad, o como bien lo expone Jameson:
Pero este hipnótico nuevo modo estético surgió a su vez como síntoma preciso del declive de nuestra historicidad, de nuestra posibilidad vital de experimentar la historia de modo activo. No se puede decir, por tanto, que produzca esta extraña ocultación del presente por su propio poder formal; más bien, habría que decir que sólo demuestra las enormes proporciones de una situación en la que cada vez somos más incapaces de forjar representaciones de nuestra propia experiencia actual. (Jameson, 1991: 12).
Por ende, vemos que el arte al servicio de la historia –mas correspondiente a los modernistas- observaba un mundo plano, sin hostilidad, donde los regímenes políticos y sociales estaban concentrados en la elite, es decir, había un público selecto que entendía y no contrarrestaba las opiniones de lo establecido, aunque entendían que los cambios industriales y tecnológico los estaban absorbiendo, por ello en muchas creaciones románticas evidenciamos una nostalgia, una rebeldía que buscaba una razón para vivir, mientras con los posmodernistas, todos estos esquemas desaparecen, incluso, la vida misma no tiene sentido, y sentirla es una elección tan ilusoria como las propuestas artísticas que se quedaron humanizando y capitalizando, en lo banal, en el sin sentido, pues la meta es sólo encajar en el movimiento, y el estar excluido no fue una opción.
Por otra parte, Linda Hutcheon, opone esta teoría de Jameson, buscándole un sentido a lo contemporáneo, ella dice: “aquilo que quero chamar de pós-modernismo é fundamentalmente contraditório, deliberadamente histórico e inevitavelmente político, Suas contràdições podem muito bem ser as mesmas da sociedade governada pelo capitalismo recente, mas, seja qual fora o motivo, sem dúvida essas contradições se manifestam no importante conceito pósmoderno da "presença do passado". (Hutcheon, 1992: 17). En esta postura se evidencia lo que hemos venido exponiendo desde Jamenson, sin embargo acá hay algo de suma importancia y quizá le da un valor agregado, eso es: el pasado; ese extraño evento que ya existe, que sin embargo nos empeñamos en vivir, o parafraseando el texto de Linda Hutcheon con la posmodernidad no hay un retorno nostálgico, sino una nueva propuesta estética, un nuevo lenguaje, un dialogo irónico con el pasado, por lo tanto, es desconocido y se empeña en demostrar el presente, el momento, más allá de concordar la idea, de que es un acto especialmente capitalista y un tanto esnobista.
Sin embargo, para Hutcheon la historicidad artística del posmodernismo está más allá de la mera meta-ficción y los relatos románticos, incluso se atreve a decir que la gran propuesta de los posmodernos, está en la formación de la cultura de masa como fuerzas totalizantes que existen para desafiar, evidenciando en ello, que los posmodernistas en realidad no es que no reconocieran el pasado, simplemente, intentaron omitirlo siendo conscientes que existió, es decir, desafiaron el pasado pero no lo negaron, simplemente lo dejaron en el recuerdo social muy aparte de sus nuevas propuestas artísticas.
Las diferencias posmodernas son múltiples e imprevistas, pese a ello y al mundo globalizado que se suscribe en los actuales momentos, algunos artistas pueden llevar sus obras a otras esferas sociales, y son aceptadas dentro del plano estético, más allá de su contenido “romántico”, como bien lo expresa Anthony Kwame Appiah.
Por lo tanto, ese sujeto posmoderno que presenta Hutcheon, es un ente en sí mismo original, nacido de un pasado contingente, y proyectado a vivir el ahora con la vacuidad contestataria del sin sentido, como reforma de su propia existencia, adverso a lo que planteó Jameson, donde este sujeto no tenía ni siquiera una postura artística más allá de la simple representación caótica del mundo perdido, es así que el posmodernismo tiene sentido, no sólo desde su angustia por ser y existir, sino desde la misma protesta de seres humanos malgastados y sin visualización a futuro, contrarrestando las oposiciones de su obra, especialmente en la literatura y en la pintura, como bien la sustenta Hutcheon, siendo así no ya un movimiento cerrada y homogéneo, sino abierto y amplísimo, que recibe todas los actos sociales, especialmente el capitalismo y la moda como esencia cultural.
Ahora, interesa plantear, que el posmodernismo por tanto, se contrapone paradójicamente, a las propuestas que ellos mismos plantean, discutiendo todos los sistemas de argumentación:

A arte pós-moderna afirma de maneira idêntica, e depois ataca de maneira deliberada, principios como valor, ordem, sentido, controle e identidade (…), que têm constituído as premissas básicas do liberalismo burguês. Esses princípios humanísticos ainda atuam em nossa cultura, mas muitos acreditam que eles já não são considerados como eternos e imutáveis. As contradições da teoria e da prática pós-modernas se posicionam dentro do sistema, e mesmo assim atuam no sentido de permitir que as premissas desse sistema sejam consideradas como flcções ou como estruturas ideológicas. (Hutcheon, 1992: 28).

Por ello, es pertinente dejar claro, que los posmodernistas entienden todos estos valores implantados socialmente, pero los atacan, y eso permite en gran medida que la posmodernidad no sea un simple acto de momento y sólo para la elite, sino que abarca la sociedad en pleno, así como lo explica Hutcheon  cuando dice que la cultura con “C” mayúscula y la cultura con “c” minúscula son para ellos (los posmodernistas) un circulo expositivo de iguales magnitudes.

Appiah por lo tanto, nos invita a ver este acontecimiento posmoderno como un inicio general del arte, pues argumenta[2] desde las exposiciones a nivel global, tanto para los nuevos artistas que muchas veces crean desde sus experiencias locales, y que intentan globalizar sus propuestas de forma concreta, opciones que como bien lo dice Appiah, antes eran más limitadas o casi nulas. Estas aperturas que permiten ese sincretismo cultural, detallan los nuevos contextos artísticos que se dan desde diversos puntos de vista y son aceptados sin importar la mímesis o la dialéctica regional que contengan. Apiahh se vale de ejemplos africanos, para dejar claro que ahora el arte de áfrica, con sus salidas al exterior, tiene excelentes acogidas y oportunidades para los artistitas que tiempo atrás, el presentar su obra por fuera de sus países era apenas una utopía, haciendo estas obras parte del baluarte comercial que trajo consigo la posmodernidad.

Es interesante la observación de Appiah, porque refleja la influencia que ha tenido África con respecto a la cultura de occidente, a partir de los actos mercantiles del posmodernismo, incluso se interesa por exponer unos ejemplo postcoloniales, donde se evidencia que esos trazos que sufrieron con el colonialismo fueron absorbidos rápidamente por los africanos y adaptadas a sus costumbres, hecho que se puntualiza como substancia mas no en forma con el posmodernismo.

Entendemos entonces, que para Appiah el posmodernismo es esa ventana al otro mundo tanto para mostrar como para ver, y que al contrario del postcolonialismo permite una expresión completa de los artistas, porque las obras no serán simplemente para una comunidad especifica sino que ahora son un evento sin límites de referencia.

Con todo lo anterior, vemos que la postura de Jameson de un posmodernismo meramente capitalista, es en cierta medida grato para las manifestaciones artísticas venideras y las que ya lo viven o están viviendo, pues Appiah y Hutcheon lo exhiben no sólo como un mercado leguleyo, sino que ejerce en sí mismo un poder de globalización, que permite un sincretismo y un multiculturalismo amplio, sin restricción de genero social. Si algo es evidente es que estamos en un momento occidental, donde la estética y la gran mayoría de las ordenes sociales están establecidas, pero no cerradas y bien el posmodernismo nos ha  acercado de una u otra manera, en ocasiones hasta inconscientemente, porque muchos de nuestros actos sociales locales, ya están viviendo ese momento, el aquí y ahora que Jameson detalla.

Finalmente, deseo decir, que con la posmodernidad, hay un encuentro con la totalidad, y debemos comprender, que los fuertes imperativos de la historia ya no serán más esas ideas regionalistas, de patria, pueblo y Dios, sino que a partir de ese momento se presentan como globales, es la nueva forma de escribir la historia, de ordenarla sí es que tiene un orden, pero más allá de esto y de las propuestas un tanto recalcitrantes de los estudiosos de esta época, la posmodernidad se suscribe como un acto nuevo, que permite todo, hasta lo prohibido, sin dejar de ser erudito, en realidad no es un movimiento banal, sino un ignorado proceso estético, que paradójicamente se mueve entre lo intelectual, y lo más banal y satírico de la sociedad, siendo así ambivalente y con un contenido franco por no estar limitado a ninguna esfera social, incluso la postura meramente capitalista y esnobista lo enriquecen como proyecto humano, dentro de un mundo que cada vez más se empeña, en un contexto global de convivencia.







Bibliografía.


  • Jameson, Fredric. La lógica cultural del capitalismo tardío. Atocha: Madrid (España) 1992.
  • Appiah, Kwame Anthony. Na casa de meu pai. O pós-colonial e o pós-moderno. Editorial Contraponto (Brasil) 2007.
  • Hutcheon, Linda. Poética do pós-modernismo. Editorial Imago: Río de Janeiro (Brasil) 1991.


[1] La posmodernidad, no tiene en si una fecha exclusiva y exacta que la determine, sin embargo en un laxo de tiempo presuroso rompió los esquemas de la modernidad y se sostienen muchas de sus posturas hasta ahora.
[2] En el libro: Na casa de meu pai, en el capítulo: o pós-colonial e o pós-moderno.

miércoles, 1 de febrero de 2017

RUIVA: UN CUENTO SUBVERSIVO

Desde siempre, se ha intentado presentar un patrón social, que establezca nuestras actos comportamentales, hecho que evidentemente subleva, rechaza o excluye, los individuos que subvierten este esquema planteado y que obedece más a los modelos establecidos socialmente que a las conductas humanas y corporales. Los actos sexuales (especialmente), están reglados y limitados a las posturas familiares, sociales, políticas, incluso económicas y tristemente están regidas por la ley hegemónica heteronormativa.
El escritor brasileño, Julio Cesar Monteiro Martins, plantea una interesante reflexión en el cuento “Ruiva”, acerca de los actos subversivos en un contexto bastante coloquial, pero que a veces parece que no estuviera considerado dentro de nuestro vivir, sin embargo, es muy interesante ver que a pesar de ello, también estos actos subversivos terminan estando controlados, como bien lo plantea Judith Butler en el tercer capítulo del libro “el género en disputa”.  
El cuento Ruiva, inicia narrando la historia de Juarez Moreira, un relojero mineiro[1] que desea viajar a San Paulo para cambiar de vida, y ser allí un travesti con más derechos y libertades que las que podía tener en su pequeña ciudad, Montes Claros. Pero la situación no fue así de simple, porque en el transcurso de la historia, vamos identificando que dentro de aquel mundo travesti también hay unos parámetros de comportamiento con los que él no contaba. Juarez se comenzó a llamar Gina, mudo sus ropas, tiro sus pelos corporales de hombre, y se maquillo como una hermosa mujer según él creía, y emprendió su viaje. Aquí es muy interesante analizar que los cambios de género vienen cargados con un cambio completo de vida, este personaje decidió asumirlo, incluso su nuevo renacer no podría ser en la misma ciudad, sino que debía empezar de cero en un lugar donde nadie conociera su pasado masculino, siendo pertinente mencionar en este momento el planteamiento de Butler, que para cada individuo subvertir una posición, establecida y normada dentro de lo social, debe existir una ley a ser trasgredida.
Después de su llegada a San Paulo, ella (Gina), se organiza para salir a conocer la ciudad y quizá buscar un amor fortuito, pero paradójicamente los pasos femeninos que daba, no estaban bien direccionados, se encuentra entonces con un policía que la desplaza hacía la calle donde están todos los travestis, es aquí un buen momento para ver que existen límites, fronteras invisibles que no sólo diferencian nuestras clases sociales sino también nuestra sexualidad, como si hubiese un lugar correcto para cada persona dependiendo de sus gustos y condiciones. Butler explica que cada cuerpo salido de la concepción heterosexual aceptada, es posicionado en espacios determinados porque no entran dentro de los patrones normales, “cuando la desarticulación y la desagregación del campo de cuerpos alteran la ficción reguladora de la coherencia heterosexual, parece que el modelo expresivo pierde su fuerza descriptiva” (Butler, 2007: 266), quedando bien explicado en el cuento, que estos seres “diferentes”, tienen un lugar específico a ocupar. Estas son las palabras que el policía le dice a Gina: “Tá fazendo o que, aqui? Não sabe que não pode ficar parada na calçada? Vamos circular... Vamos circular... Ah, e lugar de travesti é lá na Regó Freitas. Aqui é outro nível, entendeu? Agora some da minha vista” (Martins: 2007:246). La subversión corporal y performática de la sexualidad propuesta por Butler, es de suma importancia aquí, pues ella comprende que estos performans corporales, deben quebrar la ley política normativa de los contextos sociales, en que se desarrollan nuestros días cotidianos. “El hecho de que el cuerpo con género sea performativo muestra que no tiene una posición ontológica distinta de los diversos actos que conforman su realidad” (Butler, 2007: 266). La noche para Gina avanza entre los sucesos cotidianos y su disfrazada felicidad de una nueva vida. Ella consigue cortejar un hombre de aspecto chino, que andaba en un Fusca. La escena es muy particular, porque ella se esforzaba por cubrir su pene, para que él no descubriera su género biológico, lo que ella no imaginaba, es que él le habló porque gustaba de los travestis, ella no pidió ni un sólo centavo por sexo con él, simplemente, disfruto de su compañía.

Después de aquel suceso, Gina se encuentra con Denise, y hay un momento revelador en la obra, esta mujer, explica para Gina todos los comportamientos, lugares y cosas que deben hacer para generar dinero como travestis. Denise le hace un pequeño tour por los lugares que se les tiene permitido trabajar, y en el transcurso de ello, va explicando cómo operan lo pequeños grupos, que muchas veces no son de travestis. Esta parte del cuento es bastante significativa, pues se expone, la desagradable idea de que si se actúa fuera de los esquemas sociales se debe vivir también fuera de ellos, es relevante traer a colación la subversión de Butler, porque los actos performativos que rompen con la hegemonía, son efectos que trasgreden lo social, sucesos naturales que explican el interior mismo de un cuerpo sexuado que expone sus intenciones físicas.

Finalmente, quisiera expresar que los conceptos de subversión y de parodia que plantea Butler, encajan bien en el cuento, porque a pesar de su revolución, Gina al final de la noche termina siendo de nuevo Juarez, además la narración intenta exponer que si se es travesti debe prostituirse, mientras que la idea de Gina no era esa, sino simplemente disfrutar un poco de la noche como lo puede hacer cualquier ser humano, pero ella fue excluida de aquel grupo travesti por practicar sexo sin cobrar, por ello, su rebelión continua normada por la sociedad. Este episodio serviría para Butler sustentar su teoría de parodia, pues ella bien explica que si nuestra formación sexual es una construcción, el ser gay, lesbiana, transexual u otro; pertenecería a una copia de la copia, algo así como una formación sin su original, tanto que dentro de los grupos subversivos que intentan quebrar esa ley hegemónica, también existen unos parámetros de comportamiento, y aunque para Butler nuestra sexualidad sea una construcción social, al no encajar en esos conceptos construidos, estaríamos subvirtiendo y parodiando normas de algo que a la final es natural.



[1] Mineiro: hace referencia al regionalismo de las personas que habitan en el estado de Minas Gerais en Brasil.

Bibliografía.

  • BUTLER, Judith. El género en disputa. Paidós: Barcelona (España) 2007.
  • MARTINS, Júlio César Monteiro. Ruiva. In: RUFFATO, Luiz. (Org.). Entre nós. Rio de Janeiro: Língua Geral, 2007.