lunes, 31 de marzo de 2014

La nueva profesión: Barrista o Hincha.


Desde hace poco en algunos medios de las distintas ciudades de Colombia, se vienen publicando varias noticias sobre jóvenes barristas o hinchas de diferentes equipos de fútbol que existen en el país, pero ¿Por qué siempre aparecen en las páginas judiciales? ¿Es que acaso ésta es una profesión peligrosa? Primero que todo, no sé por qué a un ser humano lo pueden encasillar dentro de algo que no existe como una profesión, al parecer es un acto de alma, porque no tienen salario, no tienen ningún vínculo a la salud, incluso los horarios son flexibles y si se quiere no se va  laburar, otro aspecto relevante es que se debe ser joven, inmaduro y violento, y se me olvidaba algo fundamental, como método motivacional de estas empresas, se debe escuchar: “Dos minutos”, “Ataque 77”, o esas cumbias Argentinas que no sé a qué hora llegaron a Colombia con tal ímpetu, donde sólo se mencionan canchas, viajes y equipos, en fin…, mera sicología barata.  

El asunto acá, es cuestionar la educación, las verdaderas ofertas laborales, y la fuerza pública (aunque esta última sería menos necesaria si se le prestara más atención a la primera). El joven de 15 años sale a la esquina y no sabe qué hacer, no tiene un propósito aún, para trabajar todavía está muy tierno, y la alcaldía de su localidad no tiene programas que ofrecer, simplemente gusta del fútbol. Todo comienza cuando se va por primera vez al estadio, es cierto, el mejor carnaval futbolístico se vive en las tribunas norte y sur,  lo que no comparto y mucho menos entiendo es por qué agredir a otro ser humano por un color distinto de camisa, (eso en los años 50s por cuestiones políticas, fue el diario vivir, pero se debe tener en cuenta que el grado de escolaridad era nefasto) es una violencia sin argumentos, se llenan de ira cuando ven a un rival, uno podría pensar que es por regionalismo, pero cuando se pasan por la calles de cualquier ciudad se encontraran siglas de las distintas “bandas” como ellos las llaman rayadas en las paredes, o roban dinero a los ciudadanos para ir al estadio, y queda la pregunta: ¿qué tipo de regionalismo es ese si ni siquiera cuidan la ciudad en la que viven? Y quedan miles de inquietudes sin respuestas claras alrededor de esta nueva profesión.

Considero que aunque mucho de esta obligación educativa recae en la escuela, también debemos comprender que este problema debe tratarse igualmente desde el hogar, sino continuaremos viendo más jóvenes muertos en las prensas locales y en los noticieros televisivos, porque ellos no comprenden, no saben, están emocionados y llenos de energías para hacer respetar a sus equipos. Esto ya no es un problema que se soluciona con campañas policiales a los dirigentes de las barras, esto debe venir desde la academia y el hogar y desde los mass medias, si es que el gobierno realmente quiere la paz. El barrista o hincha no es una profesión. El ser humano debe hacer algo, en todos los años de su humanidad no ha podido quedarse quieto un solo instante, estos jóvenes simplemente no supieron que más hacer con sus vidas y se volvieron “Hinchas o Barristas”.

viernes, 28 de febrero de 2014

Azar.


Que lastimero es el destino cuando planeas caminos contrarios ¿Pero por qué contrarios? ¿Acaso cuál es la vía correcta de la vida? Si la idea del mañana no motivara mi esperanza, y todo los que me rodean no reafirmaran mi existencia, quizá aboliría mi ser, pero no tengo la voluntad, ni siquiera el carácter, y en el fondo muy en el fondo, siento una voz tenue que planea grandes cosas para mí, entonces me cargo de miedos y me levanto temeroso del mañana, incluso a veces el hoy, soy consciente que lo disfruto poco, y dejo gran parte de mis actividades a la rutina, programado como un robot.

¿Y por qué este camino? ¿Por qué esta vida? ¡Ahh! Destino implacable como te ríes de mí mientras mueves mis paso en el escenario de la vida, en esta obra que aún no tiene título y aparte de eso escondes el telón para que no acabe la función y continúe improvisando en este azar tan cuestionable.

viernes, 31 de enero de 2014

IDEAS SUELTAS.


Los recuerdos estancados como souvenires me abstraen del presente y me contagian una nostalgia de ese tiempo ya vivido, detonando los momentos hostiles y felices que cotidianamente nos deben suceder. A veces el presente es incomprensible, sin embargo lo asumimos con optimismo, y no es una cuestión de señalamiento ni intentar evidenciar las injusticias de la vida, porque como ya todo se argumenta, y todos nuestros actos caben dentro de la normalidad.


Sin ánimo de sonar conservador  ─porque realmente no lo soy─ creo que en estos tiempos estamos siendo severos, existen casos macabros; no es necesario ligarnos a ideales posmodernos porque inconscientemente entendemos que hay actos malos y buenos. Para mí, matar es un hecho perverso aunque debo decir ─contrariando lo anterior─ que algunos lo merecen o merecemos, quién sabe, en ocasiones hacemos daño sin darnos cuenta, lo digo así escuetamente para no entrar a indagar algunos dirigentes de mi país, siendo también claro que ellos del todo no son los únicos culpables de nuestra situación actual.


Para nadie es un secreto que Colombia viene siendo ordenada por los mismos entes desde hace 50 años, sólo cambian los rostros para no ser tan evidentes, (y cuando por “errores de la democracia” aparece un heredero de otra estirpe, es necesario buscarle sus malos actos y derrocar su poder) pese a ello, continuamos con la misma educación y con la misma economía, pero con muchas más personas, por ello la evidencia sobrepoblacional de las cárceles, no es un simple hecho social o una manifestación de la pobreza o un mal negocio hecho entre avaros empresarios faltos de ética. ¡No! La cuestión va mucho más allá.


Para no escatimar en una especulación banal, creo que la solución es la educación, pero una educación consiente, con una formación integra de un sujeto competente para la sociedad, sin importar la profesión, y no quedarnos apoyando la educación como un negocio que con el tiempo comprenderemos no es del todo rentable, sin caer en la desgracia de apuntalar entidades de formación de mano de obra barata y lacaya. Es que todo se comercializó: la salud, la educación, los recursos naturales, los placeres… ¡Todo! Y eso que estoy completamente de acuerdo con la oferta y demanda de servicios, y después de un tiempo comenzamos a creer que la solución económica a nuestros problemas existenciales sería la educación, y no sólo nosotros los esperanzados vimos esa luz, sino también las universidades, entonces existen programas “por do quier”, de baja, media y alta calidad, eso no importa, el problema es que como la salida al mundo es hacerse profesional, y todos deseamos serlo para llevar a cabo las palabras de fortaleza que constantemente nos proyectaron: “ser alguien en la vida”, “salir adelante”, “estudie que eso nadie se lo quita”, en fin…, existen o existimos, no sé, centenares de profesionales, unos más mediocres que otros, porque para sorpresa de algunos, a las universidades sólo les interesa sacar personas y programas profesionales sin fijarse en la calidad, y cada vez más veremos necesariamente profesionales desempleados o trabajando en otros quehaceres o regalando su tiempo por bajo salario (porque es importante hacer hoja de vida) y lo más paradójico es que continuamos en la misma situación y aspiramos a una maestría con la esperanza de que así, sí podremos lograr un buen empleo, en un país que desgraciadamente, aunque lo amemos, no tiene como abastecer un mercado de profesionales como el que ahora existe.
(¡Ahh! Lo siento el problema es a nivel mundial).